Después de haber leído un artículo bastante curioso, me ha hecho reflexionar, por lo que, el post de hoy va dedicado a ti.
Tranquilo, no voy a hablar de que me dejaste tirada como una colilla o a un trapo viejo, tampoco diré lo que dijiste por la efusividad del momento ni de lo que me has decepcionado como amigo.
Sí voy a decir lo bonito de compartir, de vivir momentos y agradecer todo lo que me has enseñado, como por ejemplo a dar a quien se lo gana, a saber ser egoísta cuando de sentimientos se trata, a quererme y valorarme cuando he estado hundida ya que me he hecho más fuerte y me amo más, ahora no me tumba cualquiera.
Gracias a ti valoro las verdaderas amistades, aquellas que aunque haga tiempo que no las ves, están ahí si las necesitas y te valoran si te necesitan, siempre manteniendo el contacto.
He aprendido que el amor no es querer a medias y quien te quiere te lo demuestra en cada movimiento, también que el amor es una lucha en la que la pareja va de la mano tirando y mirando juntos hacia delante como la unidad que forman. Que el amor es enamorarte todos los días de la misma persona haciendo cada uno por enamorar al otro sin dejar que se apague esa chispa. He aprendido a superar y a perdonar a quien no me valora y después de haber prometido amistad no lo ha cumplido. Ahora sé que el amor no se trata de regalos ni de detalles materiales ni de que uno imponga condiciones, se trata de que las dos personas den incondicionalmente.
Gracias a ti se muchas cosas que antes no sabía como la importancia de un «te quiero» o un «te amo», la importancia de reírse juntos, lo bonito de cogerte de la mano o de abrazarte públicamente, de esos gestos de cariño y complicidad.
Lo que más te agradezco de todo es haberme dejado porque he crecido y, hoy, estoy dedicándote estas líneas desde el perdón porque he aprendido que he de perdonarte para poder perdonarme a mí misma.
Sólo me queda desearte suerte sincera y decirte que superes lo nuestro porque yo, ya lo he hecho.
Un saludo,
Estela Mansilla.
Creando Nubes 